«… El anónimo fray Diego sonríe sintiendo la brisa marina en su rostro
y se imagina navegante en una gran canoa, tallada en el tronco de la lengua,
transportando derechos florecidos en la Escuela de Salamanca y bogando con los
remos de su fe católica» (pág. 22, Manuel Montes Rodríguez, «La globalización
hispana»).

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