TOTUS ORBIS
En
el panteón de los teólogos ubicado en el convento dominico de San Esteban de
Salamanca se oyeron extraños ruidos. Los estudiosos de lo paranormal, los
curiosos y aquellos que no tienen más vida que las ajenas acudieron allí.
Unos que si era la estructura del edifico que crujía, otros que cómo iba a ser esa la causa si el edifico era de recia piedra, otros que eran sonidos de ultratumba.
No se dieron cuenta de que esos ruidos se empezaron a escuchar desde el 24 de febrero. ¿Casualidad?
Como siempre la explicación es más simple, eran los ecos de los huesos del cuerpo de Francisco de Vitoria los que se revolvían en su tumba.
Aquel que defendió que la humanidad era cosmopolita, que los seres humanos constituían una comunidad moral.
El que escribió que «la amistad entre los hombres es de derecho natural y es antinatural estorbar las relaciones mutuas de los hombres inofensivos».
Aquel que puso los cimientos para edificar un monumento a la humanidad entera, para que viva por derecho propio en paz ni sometimiento, y que cada vez salta en pedazos cuando hay guerras, explotaciones y abusos.
De estas ruinas hay que seguir recuperando la dignidad de la humanidad. Ahora que está de moda ver que todo lo que acontece al descubrimiento de América fue malo, hay que reivindicar a este sabio dominico que puso las bases legales, filosóficas y políticas, desde una perspectiva humanista, estoica y cristiana, para un mundo mejor, que como antes y ahora no somos los humanos capaces de construir.
La realidad destruye las palabras y las buenas ideas, de sus ruinas nacerá la esperanza de un mundo mejor.
Licenciado en Humanidades (especialidad Patrimonio y Cultura Hispánica)
Profesor de ESO en el colegio Nuestra Señora de la Consolación en Villacañas (Toledo)
Ganador de numerosos premios de poesía y microrrelatos
Antologizado en los Premios Orola del 2016 al 2021
(XVI Antología)
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