ESLABONES
Mientras sumaba sus
haberes, Cristo se fijó en Isidoro. Hubo un silencio abrasador, una mudanza.
Entonces Isidoro se fusionó con España en un eslabón indescriptible para
transitar juntos de una habitación a otra sin rehacer un itinerario. Anochecía
el último acontecer visigodo en este lado del mundo. Un preludio medieval de
los nuevos reinos cristianos.
Iba ganando presencia en él un ruido sordo, una voz regular
que susurraba santidad, erudición, mansedumbre. Era la fuerza de una mirada.
Una vida que ya había contenido la muerte y unas obras que transcenderían la
finitud de lo humano trasegando de un siglo a otro todos los envases del
tiempo. Memoria viva que iría quedando entre los hombres, vestigio
irreductible, entonces ansia transformadora del regnum gothorum.
Hispania nace y pervive como propósito de Dios entre los monarcas
visigodos y los nuevos reges.
Isidoro siembra unidad en estas tierras y España la siembra plus ultra
en las nuevas Españas, con banderas de muchos colores, ora totalizadora y conquistadora, ora humanista.
En una noche sin fin que se pierde en los
laberintos de la historia y bajo el cielo de la creación, el eco de Isidoro
resuena como tesoro de españolidad y pertenencia; mientras, la inconmensurable
fuerza de los trazos encrespados y repetidos de la lengua castellana resuenan
continuamente en América como una misión española transcendental. «Obras son
amores, que no buenas razones».
Betsy Balestrini
Caracas (Venezuela)
Abogada
(XVII Antología)
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