TÚRTUR
Durante su corta
infancia, Isidoro anhelaba sentirse a lomos de un poderoso tordo de los que a
menudo entraban resoplando en el atrio de palacio, bajo las monturas de señores
armados.
Ver su furia contenida por las riendas en las manos del jinete, los músculos tensos e hinchados del caballo y su respiración incontrolable le erizaba el bello.
«La fuerza no está en
sus músculos ni en su arrojo, sino en el alimento de su mente y la fe de su
alma», le decía su amada Túrtur, ante sus ojos de asombro.
No lograba apartar ese
pensamiento mientras, en la abarrotada y fría sala, se sucedían las
intervenciones de prelados y señores.
Las voces rebotaban
sin cesar en las paredes y retablos del templo, acrecentando el recuerdo del
eco de sonidos de caballos en su patio.
Sentía como las
miradas, clavadas en su púrpura vestimenta, intentaban atravesar la mitra como
primer paso para adelantarse a sus propuestas y así ellos, mantener sus
atávicas tradiciones.
Sisenando, su amigo y rey,
disfrutaba de la tranquilidad de tenerlo todo bien anudado, sabedor de que
quien sujetaba el lazo tenía más poder espiritual en esta tierra que ningún
otro.
Al levantarse, las
palabras se quedaron atrapadas en la espesa neblina y el silencio aguzó los
ojos y oídos con dirección a su figura.
En el blanco atril,
desgastado y frío, posó sus manos el longevo arzobispo y, como aquel jinete, se
sujetó firme, pero con mesura; inequívoco, pero sin menosprecio alguno.
Se encontraba a lomos
de un poderoso proyecto, violento y furioso pero admirable como ningún
otro.
Sus palabras serían
las riendas que guiarían este ideal, y escrito dejaría el momento de coser las
diferencias de los pueblos en una sola piel y bajo la misma fe.
Al terminar el IV
Concilio quedó rubricado que Hispania era una nación. La primera constitución
del continente europeo.
Manuel S. Martín
Fuenlabrada (Madrid)
(XVII Antología)
Ver su furia contenida por las riendas en las manos del jinete, los músculos tensos e hinchados del caballo y su respiración incontrolable le erizaba el bello.
Manuel S. Martín
Fuenlabrada (Madrid)
(XVII Antología)
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