«… El autor de aquella obra a
traducir había fallecido hacía más de trescientos años, pero su fama y su
influencia perduraban en el tiempo. Aquel monasterio en el que ejercían su
vocación más de un centenar de monjes se había especializado en copiar su legado
para nutrir bibliotecas de reyes y nobles de la época actual y de las
anteriores…» (pág. 116, Juanma V. C., «¿Por qué a mí?»).
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