¿EN QUÉ
OJOS?
Increíble España del último tercio del siglo vi y primero del vii: España de mares verdes de trigales, mecidos por distintos vientos; de vides introducidas por los romanos tras su victoria sobre Cartago en las guerras púnicas; de olivos plantados ya en época de los fenicios; de un sol radiante que maduraba las espigas, los racimos, las olivas.
Admirable reino, ¿por qué no llamar, en aquellos siglos, a nuestra tierra reino si había alguien con ojos ansiosos de unir los pueblos que aquí habitaban? ¿Y en qué ojos estaba ese afán de unión de distintas culturas y religiones? ¿En qué ojos estaba el deseo de que los pueblos hispanorromanos y los visigodos moraran en armonía? ¿En qué ojos? En los ojos del obispo Isidoro de Sevilla, más tarde san Isidoro, hombre carismático por sus múltiples saberes, por su sentido de la justicia, por el amor a los pobres, con un marcado sentimiento nacional, manifestado vehementemente en el prólogo de la Historia gothorum —Laus Spaniae—, en cuyas alabanzas, ya en la primera línea, menciona la palabra «España», rozando lo glorioso, e iniciando la conciencia de una nación ante una Europa que se hunde en la barbarie debido a un puzle de pueblos de idiosincrasias disímiles, ante todo en religión y política, muy difíciles de conciliar.
Y en estos ojos del obispo san Isidoro, hombre de estirpe hispanorromana por la rama paterna y goda por la materna, no existía otro afán que la unificación de los pueblos de las dos Españas; una, la de los dominantes visigodos. El éxito de la unidad deseada de las dos Españas llegó con el rey godo Recaredo cuando, en el III Concilio de Toledo, se convirtió al catolicismo y abjuró de la herejía arriana.
Nec desunt votis aequae gratulationes et laudes Isidorus Hispalensis (No faltan ciertamente motivos de congratulación y alabanzas a Isidoro de Sevilla).
Isabel García Viñao
Nacida en Aratorés (Huesca), pequeño pueblo del Pirineo oscense en el que quedan escasos habitantes. Se resiste a que tenga uno menos, con lo cual sigue viviendo en él
Estudió Magisterio (Ciencias), aunque su inclinación es la educación de niños especiales
Sus grandes aficiones son el arte románico, la pintura y la escritura
Ha obtenido varios premios literarios y le produce una enorme satisfacción formar parte de la Antología del Premio Orola 2023
(XVII Antología)
Increíble España del último tercio del siglo vi y primero del vii: España de mares verdes de trigales, mecidos por distintos vientos; de vides introducidas por los romanos tras su victoria sobre Cartago en las guerras púnicas; de olivos plantados ya en época de los fenicios; de un sol radiante que maduraba las espigas, los racimos, las olivas.
Admirable reino, ¿por qué no llamar, en aquellos siglos, a nuestra tierra reino si había alguien con ojos ansiosos de unir los pueblos que aquí habitaban? ¿Y en qué ojos estaba ese afán de unión de distintas culturas y religiones? ¿En qué ojos estaba el deseo de que los pueblos hispanorromanos y los visigodos moraran en armonía? ¿En qué ojos? En los ojos del obispo Isidoro de Sevilla, más tarde san Isidoro, hombre carismático por sus múltiples saberes, por su sentido de la justicia, por el amor a los pobres, con un marcado sentimiento nacional, manifestado vehementemente en el prólogo de la Historia gothorum —Laus Spaniae—, en cuyas alabanzas, ya en la primera línea, menciona la palabra «España», rozando lo glorioso, e iniciando la conciencia de una nación ante una Europa que se hunde en la barbarie debido a un puzle de pueblos de idiosincrasias disímiles, ante todo en religión y política, muy difíciles de conciliar.
Y en estos ojos del obispo san Isidoro, hombre de estirpe hispanorromana por la rama paterna y goda por la materna, no existía otro afán que la unificación de los pueblos de las dos Españas; una, la de los dominantes visigodos. El éxito de la unidad deseada de las dos Españas llegó con el rey godo Recaredo cuando, en el III Concilio de Toledo, se convirtió al catolicismo y abjuró de la herejía arriana.
Nec desunt votis aequae gratulationes et laudes Isidorus Hispalensis (No faltan ciertamente motivos de congratulación y alabanzas a Isidoro de Sevilla).
Isabel García Viñao
Nacida en Aratorés (Huesca), pequeño pueblo del Pirineo oscense en el que quedan escasos habitantes. Se resiste a que tenga uno menos, con lo cual sigue viviendo en él
Estudió Magisterio (Ciencias), aunque su inclinación es la educación de niños especiales
Sus grandes aficiones son el arte románico, la pintura y la escritura
Ha obtenido varios premios literarios y le produce una enorme satisfacción formar parte de la Antología del Premio Orola 2023
(XVII Antología)
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