viernes, 13 de septiembre de 2024

ANTOLOGÍA 2023: PIETAS

 



PIETAS
 
 
4 de abril del 636, Isidoro, hijo y obispo de Dios
 
 
Hoy, cuando mi cuerpo es viejo y débil, como débil es todo lo que vive fuera de ti, llegada la hora de alejarme del mundo de las cosas naturales, hechas ya las penitencias y escritas ya las obras que ha movido tu pluma divina, mi pensamiento es para las muchas gentes ignorantes de los pueblos de Hispania y para los herejes priscilianistas, gnósticos y maniqueos que aún no comprenden tu creación ni el papel central del hombre en la Tierra.
 
Tiemblan las gentes que todo ignoran ante el rugir del Etna, imaginado en su interior las fraguas de Hefesto movidas por el soplo monstruoso de Tifón, y ante el aire infecto de la peste que transportan los vientos y las nubes y que no deja respiro ni aviso, arrastrando campos, almas y bueyes a la muerte con su putrefacto aliento.
 
Tiemblan de superstición sin entender los cursos del Sol y la Luna que regulan las divisiones del tiempo. Temen a los planetas, sin comprender la prima causa y que nada sucede si no es por ella y que la destrucción es a veces condición del orden de la naturaleza; que la peste es voluntad de Dios y no la mueven paganos cíclopes ni gigantes, sino la ira de Dios que solo grandes pecados merecen. Tiemblan ante la muerte que no entienden, ante su propia muerte.
 
En esta hora en que presiento feliz tu divino cielo y dejo este mundo en el que tanto amé tu reflejo, qué más puedo darles, Señor, si ya les di tu conocimiento que se revela en la naturaleza. Juan y Esparcio, obispos como yo de Dios en la Tierra, repartid mi última hacienda, entregad mi pan a los que tienen hambre de pan y repartid mis libros entre aquellos que tienen hambre de alma.
 
Para los que no te comprenden, Dios mío, es mi última plegaria.
 
  
I. M. Fernández
(XVII Antología)
 
 
 
 
 

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