«… Sé
que ahora mi estimada Sevilla está bajo gobernanzas musulmanas que adoran a
otro dios, pero he estado aquí descansando más de tres siglos y me han
respetado; ay, Fernando, rey de León, ¡queríais a santa Justa y Rufina y como
no las hallasteis, tuvisteis que conformaros conmigo; ay, Fernando I, rey de
León, que aceptáis regalos del nuevo ascendido al trono de Sevilla al-Mutámid
para que durante cierto tiempo no haya guerra entre los dos, ya os va bien a
ambos, uno para convalidar su nuevo reinado y a otro para resarcirse de la
pobreza ocasionada por vuestras continuas luchas…» (pág. 168, Joan Vidal
Padrós, «El viaje»).
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