«… Antonio cierra el libro
con desgana y pasa sus dedos por la tapa disfrutando con el relieve de las
letras repujadas en el cuero justo en el momento en el que Cleopatra se estaba
enrollando en un tapiz para entrar sin ser vista en el palacio de Julio César.
Le hubiera gustado vivir en esa época. Hubiera conocido a Publio Elio Adriano y
con certeza hubiera formado parte de su círculo de confianza. Hubiera viajado a
Roma en su época de esplendor…» (pág. 40, Francisco Muñoz Bersabé, «Aelius»).
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