«… Ahora, cada vez más cerca de dejar para siempre este vallis lacrimarum, pienso si no sería precisamente esta observación de la belleza en la
arquitectura de esas viejas ciudades lo que me llevaría a buscar la misma
perfección en el uso de nuestra lengua y lo que me impulsaría a embarcarme en
singladura tan incierta como la de construir un tratado de la gramática
castellana, que partiendo de la lengua latina de nuestros antepasados, superior
a cualesquiera otras hablas que en el mundo ha habido, pudiera en cierta forma
ser báculo de entendimiento futuro en las tierras conocidas y, aun, en las por
descubrir…» (pág. 44, Raúl García Martín, «Ha merecido la pena. Frammenti di memoria»).
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