«… A
medida que la noche avanzaba, Nebrija sintió una sensación de asombro y
maravilla ante el misterioso proceso de la creación. En aquel taller, entre
máquinas y sombras, había descubierto que el verdadero misterio no residía en
las palabras impresas, sino en el poder eterno de la imaginación y el
conocimiento humano…» (pág. 74, manuel Ángel Morales Escudero, «El tiempo y el
espacio»).
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