MIENTRAS EL TIEMPO ES LA SOLEDAD DE
OTROS SERES
(Playa de Las Canteras, Las Palmas de Gran
Canaria, 10 de enero de 2015)
Manuel Díaz
Martínez mira el viejo y cansado mar,
mira aquellos días
definitivamente
tan pequeños como
un pez.
Su remota Habana le
será siempre un paisaje perdido,
aquella mujer que
levantó sus manos hacia él
y creyó ser la luna
roja de todos los diciembres.
Cuántas veces
sintió las ciudades perdidas,
los viajeros
ansiosos de morir escuchando
la música humilde
que sale de un corazón.
El tiempo es la
soledad de otros seres,
de aquel hombre
ido, dibujado más que nadie
en la eternidad de
la tierra,
él bien lo sabe
pero no puede ser testigo
mudamente
acompañado por sí mismo en el escenario de otros.
Camina seguro de
llegar donde la calma
es el brillo de un
fuego azul, la infancia
de Santa Clara
cuajada con la niebla ciega,
indiferente al
milenario corazón del amanecer.
Mas sus ojos son
enormes mariposas revoloteando
entre idiomas
prohibidos, contra la sombra
sin rostro de sus
fantasmas.
Todo es el
repiqueteo de las guitarras
sobre un fondo de
maracas.
Así es esta ciudad
movida suavemente por el aire.
El poeta vuelve la
mirada hacia otro sitio,
nadie puede
ayudarle, es ahora un hombre callado,
apenas un rostro en
la lluvia que ha descubierto
las melodías del
silencio en la inmensa llanura
de esta patria que
aún descansa en las huellas de la noche.
Luis Lexandel Pita
García
Especialista de
literatura del Centro principal de Casas de Cultura
MATANZAS (Cuba)
(IX Antología)
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