LOS LAZOS QUE NOS UNEN
He paseado mi alma
por numerosos países.
He dejado mi
corazón abandonado en muchas plazas.
He amado diferentes
cuerpos en distintas ciudades.
Mis ojos han
derramado sangre cuando han visto injusticias,
y mi espíritu se ha
llenado de gozo al sentir una libertad desconocida.
He visto morir a un
amigo en un auténtico infierno.
He maldecido. He
reído. He sentido. He vivido lo que nunca imaginé.
He sido feliz y he
llenado «mi vida de vida».
El día que decidí
coger mi mochila y visitar cada uno de los lugares de nuestra familia hispana
que hacen que el español sea, a día de hoy, la segunda lengua más hablada del
mundo, ese día comenzaba, sin pretenderlo, a enriquecerse mi existencia un poco
más con cada paso que daba. A dolerme un poco más el corazón con cada palabra
hablada, a nublárseme la vista y a instalarse una perpetua nostalgia en mis
labios. Pero también empezó la verdadera enseñanza cuando descubrí unas manos
que me tendían sus manos, y a su vez otras manos que me tendían las suyas, sin
conocerme, sin preguntarme, sin juzgarme; porque sí, porque era su hermana. Sí.
Yo. Tú.
Fue a partir de ese
día cuando comencé a poner nombre, color, olor y expresión a cada país que
visitaba. A «facer Españas». Fue cuando descubrí que no todo es negro, que no
todo es blanco.
Descubrí que podía
ser muy feliz «entonando» un español con multitud de banderas y numerosos
acentos. Descubrí que todos tenemos un nexo en común y respetarnos y respetar
las costumbres de cada uno, ser honestos y permanecer unidos, debería ser uno
de nuestros mayores legados.
He vuelto a mi
España y estoy orgullosa. Orgullosa de nuestras raíces, de nuestra tierra y de
nuestro idioma. Orgullosa de nuestras Españas. Transmitamos ese orgullo a las
generaciones venideras. Merecen
sentirlo. Merecen vivirlo.
M.ª Isabel
Rodríguez Fuertes
Nacida en CANGAS
DEL NARCEA (Asturias), reside en Oviedo
(X Antología)
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