PALABRA
Se hace palabra en
mi boca
y antes fue canto
en mi oído.
Cuando enmudezco,
sigue camino el
sonido,
como alma sin
cuerpo,
y nada le impide
expandirse
a «facer Españas»,
a «facer caminos»,
y volar más allá
del tiempo
a enriquecer
contenidos.
Y si es este su
destino,
si no hay dueño que
la merezca,
ni reja que la
someta,
por qué no atina a
hollar nuestra mente,
por qué el verbo no
es cristalino,
y no enreda en su
forma
en vez de hacerse
bastión del sentido.
Acaso sea esta un
engaño
y su ausencia más
elocuente que su presencia,
pues el mucho uso
la enturbia
y el parco, la sume
en incongruencia.
Entonces, ¿qué?, ¿cómo se cose sin hilo?
La virtud es
transparente, incolora.
Y tú, palabra, ¿por
qué te hiciste corpórea?
Tanto como costó
pronunciarte
y cuán poco para
olvidarte,
y, entre medias…
mucho ruido.
¿Para qué entonces
tanto empeño,
tanto invento,
tanta letra o tanto signo?
Si te lo digo, ya
estoy diciendo de más
y si lo callo, tal
vez no me explico.
Pues por eso aquí
me retiro y, a ver si tú entiendes,
lo que sin decir he
dicho.
Asunción Rodríguez
Sobrino
Licenciada en
Filología Inglesa
Editora y
traductora
MADRID
(X Antología)
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