miércoles, 21 de junio de 2017

ANTOLOGÍA 2016: DUELE




DUELE

Soy mexicana de padres españoles. Adoro a mi país, México. Y adoro el país de mis padres, porque ellos me enseñaron a quererlo y lo considero mío también.

Me encantan los estados de la república mexicana; cada uno con sus propios ritos y costumbres. También los siento míos, ¡a todos! Lo mismo siento por todo el territorio español. Lo he recorrido de arriba abajo: Madrid, tierra de mi madre; Santander, de mi padre; Córdoba, de mi abuelo materno; Guadalajara, de mi abuela materna. ¡Qué hermoso país! ¡Me fascina Andalucía; su música y su gente! No existe tanto arte y gracia juntos en ningún lugar del mundo. He veraneado en Noja y en Santander; en Gandía y en Galicia; en Ibiza; en Menorca y en Palma de Mallorca. Viví dos años en Barcelona de recién casada, ¡imponente ciudad! He esquiado en Baqueira Beret; donde disfruté más de su comida que del propio deporte. ¡Y qué decir de la deliciosa Costa Brava; de la belleza de Cadaqués! Preciosa región también Cataluña. Esa diversidad de regiones, todas ellas con su propia idiosincrasia, es lo que hace de España un país tan atractivo y tan maravilloso.

Por eso… ¡duele!... duele lo que está sucediendo en Cataluña con aquellos que se quieren independizar del resto de España. Creo adivinar bien sus razones, que van aún más allá de intereses políticos y económicos. En el fondo, ellos no quieren pertenecer al resto de España porque claramente no han aprendido a quererla. Es así de fácil. No la sienten suya, así como yo y como muchos, que lo sentimos todo nuestro, que nos enorgullecemos y presumimos de ello. Quiero dejar bien claro que respeto su manera de pensar y de querer… ¡la respeto!... porque como dice la famosa frase: «¡Cada quien!». Aún así, no puedo evitar el decir que cuando alguien te dice que no quiere pertenecer a lo tuyo, por la razón que sea, algo siente uno en su interior, algo ¡que duele!... ¡y mucho! Se siente algo así como un desprecio, como un desaire, como una especie de traición. ¡Seamos honestos todos!... ¡duele! Lo preocupante es, que ese dolor se convierta en odio y en rencor. ¡Que sean ellos entonces los que comprendan nuestras razones!

Afortunadamente, la mitad de los catalanes aún conservan el famoso seny catalán del cual tanto presumen los que ya lo han perdido, intentando imponer, ¡sí!, ¡imponer!, imponer un camino por el cual, solo ellos, los separatistas, quieren caminar. ¿Es esa la democracia de la que tanto presumen?

Consuelo Galas Aroca
CIUDAD DE MÉXICO (México)
(X Antología)

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