SARCASMOS DE LA HISTORIA
«Pablo Iglesias me fundó, Pablo Iglesias me fundió».
Sarcástico epitafio. Gracioso si no fuera por los devastadores efectos de una
huida hacia adelante donde el final es precipicio sin barandilla. Aventura de
alto riesgo para un PSOE descompuesto que irradia el peligro hacia toda una
sociedad también en decadencia.
El espejismo del
15-M careció de estructura política inicial que articulase los principios de
sus ideólogos: Stéphane Hessel y José Luis Sampedro. La irrupción de Pablo
Iglesias supuso un atisbo de esperanza, que pronto desvaneció la ilusión óptica
de aquel horizonte que borraría el bipartidismo bipolar, las mayorías absolutas
y absolutistas, la corrupción, los abusos de poder… bajo el eslogan artificial
de un pacto progresista de izquierdas.
Podemos suavizó su
discurso inicial para no crear alarma social; aunque a veces le asome el
verdadero colmillo cánido bajo su disfraz ovino, cuando regresa
inconscientemente a sus orígenes ideológicos, extrema virulencia archivada en
hemerotecas. Propone, sin decirlo, el regreso a las catacumbas del comunismo ya
erradicado como modelo político, social y económico por su incontestable
fracaso. La progresía del posible pacto queda, pues, en pura falacia.
Un redivivo Pablo
que camufla su radicalismo con un sonriente discurso populista para captar la
buena fe de millones de ciudadanos damnificados por una infame gestión política
que los ha marginado económica y socialmente. Gran parte de una población
desamparada, y con poco o nada que perder, que deviene en apetecible yacimiento
de votos.
Aves carroñeras orbitan sobre el posible cadáver de un
PSOE moribundo. Solo el sentido común y el uso de razón pueden ahuyentarlas…
Cuestión de inteligencias, que no de vísceras ni ambiciones psicóticas.
Carlos Castañosa
Calvo
Nacido en ZARAGOZA
en 1942
Comandante de
Iberia jubilado
Profesor de la
Escuela Canaria de Creación Literaria
(X Antología)
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