IDENTIDAD VERSUS ALTERIDAD
Se lo leí al escritor Mateo Barrado en el pensamiento de
su alter ego Víctor
Pulido. La buena gente se había ido arrinconando y perdiendo por el camino
junto con la educación y el respeto social. Y con esas pérdidas tan sangrantes
el país se perdía irremisiblemente a su vez por tocar fondo moral. Con tanto
egoísmo, con los valores tan perdidos y culto solo hacia el dinero, no cabía
más que compadecerse de nuestro pobre país. Pobre, aunque se insistiese en
declararlo rico por decreto para luego avergonzarlo, sangrarlo y saquearlo por
ello. Era como si sus victimarios lo engordasen artificialmente para el
sacrificio; pobre país, casi inexistente ya. Volviendo la vista atrás, también
yo lo veo así. Quizá, al igual que para el superviviente Pulido, el mero hecho
de pervivir en la frontera de un país que ya no existe sea otro de mis
problemas de base. También yo hubiese deseado vivir en otro tiempo, un tiempo
de menos cinismo y más civismo. Un tiempo no tan lejano, yo mismo lo llegué a
vivir, aunque fuese en sus postrimerías, donde se conocía el respeto y nunca
faltaba valor para defender los valores. Y también se defendía el valor de las
herencias. Porque ser español es una herencia y un patrimonio no renunciable,
por muchos gravámenes que pesen sobre esa transmisión histórica; por mucho
«autoodio» tendencioso y alevoso que se le quiera aplicar en esta mala hora de
la malandanza patria. Por mucho que no se valore a nuestra España en la propia
casa madre de la hispanidad. Porque ya no queda más que soñar un giro de timón
alternativo que nos derive hacia otra realidad menos infame y destructiva, más
acorde con nuestra historia.
Raúl Castañón del
Río
Técnico
especialista en Hostelería y Turismo
OVIEDO (Asturias)
(X Antología)
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