SIN EFECTOS ESPECIALES
El cine de la España en la que creo es sonoro. Tiene por
título garabatos rubicundos de infante, un nombre de seis letras cosido con el
verde hilo de mi conciencia. Su película no ha de tener pantallas de esperanzas
cromas ni de azulino cielo para hacerla volar de mentira como fugaz estrella.
Quiero retratar la España con sus plurales, la plena de luz que enmudece a los
focos en escena; pretendo lograr de ella las tomas que tengo al lado, cogiendo
la esencia completa que no parece ser lo que era; deseo plasmarla tal como
estaba, llena como la luna, vacía de penas; me gustaría describir su coloración
completa, el oro de sus ríos, el ámbar de sus planetas; gozaría al pintarla
ajena a vestimentas traídas en lenguas extranjeras, y sin embargo de la mano de
luz y magia nuevas; anhelo dibujar sus amplios espacios a escala del sol que la
calienta, sin lentes de aumento, sin textos que la merman; saciaría mi
inocencia de niño al verla desnuda, ajena de ropajes de reina, no por ello
menos regia; bebo los aires por esta gran dama España, la que encanta y seduce,
impresiona y regala.
Así he de reflejarla en esta cinta sin doblajes: en cada
secuencia un jardín hermoso, un mar cercano, un monte al frente y una casa
blanca. No habrá sombras del pasado, sí grandes e iluminadas mareas. Captaría
con mi cámara sin artificios futuras claridades carentes de nostalgias. Los
tomavistas de mis ojos deshojarían esta España hasta sacarle el alma noble de
princesa. Mil fotogramas sin truco, mil trozos de verdades y ninguna imagen
lisonjera. Así es la España de mi guion, la tierra que no engaña, la
protagonista que embelesa, la que no necesita de efectos especiales para
disimular las arrugas de sus cordilleras. Es mi España, a secas.
Luisa Fernanda
Rodríguez Lara
Catedrática de
Lengua y Literatura Inglesas
Múltiples ocios y
negocios
SEVILLA
(X Antología)
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