DIVISIÓN, DEVALUACIÓN Y SINSENTIDO
No por sabido es menos cierto que vivimos una decadencia
de valores sin parangón. Porque, visto lo visto y conllevado lo presente, un
español de a pie puede desesperarse con la realidad actual. Y desde luego que
no llaman a consuelo las comparaciones cargadas de contrasentido con el entorno
mundial. A nuestro alrededor corren hoy tiempos de fronteras evanescentes, en
abierto y paradójico contraste con la división interna en el seno de nuestro
país. Fronteras artificiales enconadas desde dentro que solo dividen, sin
vencer ni convencer por carecer de sentido, de fundamento y de lógica. El
sentido práctico es el mayor damnificado tras el sentido común, y todo el mapa
secular de nuestra identidad nacional se agita, se voltea y se subvierte en una
mala inversión; otra consecuencia de las exaltaciones identitarias levantadas
en falso.
Esta realidad de país enfrentado, vilipendiado y saqueado
se ve enturbiada día a día con nuevas rapiñas. La picaresca tradicional ha
degenerado en palmario latrocinio, y el Siglo de Oro, en milenio de oropeles y
falsificaciones de toda laya. Porque con la pérdida de valores a todo se pone
precio y todo se termina vendiendo al mejor postor. Por eso duele como duele
España de punta a punta, de norte a sur y de este a oeste. Nos gobiernan el
desgobierno y la desvergüenza, de ahí que a la honradez se le haya arrebatado
su nacionalidad y entronizado la infamia. De esos polvos agoniza este nuestro
país enlodado, enajenado y desfigurado hasta lo irreconocible. De ahí estas
lágrimas supurando en las profundidades del ser, heridas de la sinrazón en el
tradicional orgullo español. Y, sin embargo, el único horizonte está en
levantarse y seguir; en luchar para desterrar el «malpaís», la usurpación del
país verdadero.
Raúl Castañón
del Río
Técnico especialista en Hostelería y
Turismo
(XI Antología)
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