viernes, 24 de mayo de 2019

SEGUNDO PREMIO OROLA 2019: PARTIR



PARTIR


También los emigrantes hicieron la España que conocemos. También ellos: los que partieron. Como mis abuelos bajando de montañas y saliendo de pinares, almas septentrionales de las más inhóspitas aldeas de las regiones más olvidadas de la península. Apenas si pudieron explicarme nunca cómo alcanzaron aquel transatlántico en el que se montaron siendo aún tan jóvenes y sin saber a qué lugar del mapa los llevaba. Ella del interior, él de la costa, ambos unidos por el terco aroma de las carencias. Fue una historia de amor en alta mar porque allí, en alguna parte de la tercera clase, en alguno de los treinta y tres días de travesía oceánica, se conocieron. Noches de negro absoluto, de desconcierto y terror en el ojo de las tormentas.

Partir en búsqueda de oportunidades y de la propia identidad. Partir para ser hacedores. También ellos —y tantos como ellos— fundaron la ciudad portuaria del sur del mundo que pronto se convertiría en uno de los máximos exponentes del mestizaje. También ellos, remotos y solitarios, amparados por el único lazo de la lengua común, hicieron la España que conocemos hoy. Porque la sostuvieron y la fantasearon desde la lejanía, con añoranza y por qué no militancia, y una lealtad que les impidió elegir a sus representantes en la nueva tierra que los vio convertirse en esposos y trabajadores descamisados y padres. Entonces mi madre, también hacedora por sangre y principios y lealtad. Entonces yo regresando al origen de todo.

Partir no es solo un verbo en infinitivo: son los emigrantes que sostuvieron en la memoria la España común que conocemos; somos los inmigrantes que partimos y llegamos y generamos un nuevo compromiso de interacción. Partir es más que un verbo en infinitivo. Partir es siempre hacedor y casi siempre una historia de amor.


Marcelo Luján
nacido en Buenos Aires, vive en Madrid

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