AL VIENTO DE MIS SUEÑOS
«Mira,
hija, el casco del barco es lo más importante». Las manos de mi padre dan forma
a la columna vertebral de la nao sobre la que encasta los mamparos. La derecha
construye tabla a tabla la cubierta, con amor marinero. La izquierda, un muñón
sobre el que apoya la maqueta con infinita paciencia. «Gajes de la guerra», nos
ha contado a los hijos. Y ni una palabra más. «Lo sacaron del montón de los
muertos», ha completado la historia mi tía. Regresó como un héroe. «Héroes los
de este barco», me dice mi padre mientras enclavija; enchapa; lija; ensambla;
barniza; despliega el velamen al viento de mis sueños. Sentada sobre sus
piernas yo le ayudo con los nudos de las jarcias porque mis dedos son pequeños.
«Es la Victoria —me susurra con respeto—. Yendo por Occidente y viniendo por
Oriente fue la primera en navegar toda la redondez del mundo. Tres años tardó
en ir y en volver de la isla de las Especias, de las Molucas, en misión
imperial».
Sus
palabras hinchan las velas de mi imaginación. Son tardes de aventura. Protagonizo
motines. Peleo contra indígenas. Como serrín y bebo agua pútrida. Veo morir a
mis compañeros de escorbuto y hambre. «Hija, más de doscientos hombres
partieron y solo dieciocho regresaron. Pero regresaron: entre todos
consiguieron la hazaña. Nunca lo olvides: “facer Españas es tarea común”». Mi
padre me abraza y yo también entro con esos marineros al puerto, los aparejos
hechos jirones, el cuerpo enfermo, el alma en éxtasis.
Ese
abrazo es lo que más recuerdo cuando estoy a punto de iniciar mi propia
aventura. Mi vuelta al mundo para continuar con ese sueño que mi padre esculpió
en mí. Mañana embarco en el buque escuela Juan Sebastián Elcano como
guardiamarina. Papá, yo también voy a llevar mi patria y mi lengua más allá.
Voy a ser tu heroína.
M.ª Jesús Cañellas Planchuelo
Periodista
MADRID
(XIII Antología)
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