«… Tú siempre fuiste, oh mar, el escenario / donde los navegantes
escribieron / las bellas gestas que en el mundo han sido, / musa de poetas y
romanceros… / Siempre has sido paisaje de aventuras, / telón de fondo de nobles
quimeras; / mas, hoy, mi corazón enamorado / solo ve en ti ancha, honda barrera
/ que me aleja por siempre de mi amada, / que entorpece mi amor con tu
frontera» (pág. 88, Juan de Molina, «El mar, la mar»).
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