viernes, 5 de febrero de 2021

ANTOLOGÍA 2019: XOCHIYÁOYOTL. MUERTE FLORECIDA

 




XOCHIYÁOYOTL
MUERTE FLORECIDA

 
Una nueva noche España se despertó. Se levantó del letargo. Seguía enamorada del extranjero espejismo. Desde la ventana contemplo su oscuridad luna luz llena. Sabía que para crecer tenía que reconocerse y acercarse a ella misma y a las tantas ellas y ellos que la habitan y visten, solo así podría amar y ser amada con abundante hondura. Al alba tendría que enterrar a sus muertos, aceptar sus pérdidas, perdonar su pasado, permitirse doler para dejar llegar las mariposas de las tierras lejanas que vuelan en su jardín. Mariposas que desafiando fronteras emigran con tejido de mujer, corteza de hombre, médula de niños hasta la madre endodermis del presente que guarda. En su amanecer España cerró los ojos y le brotaron una a una lágrimas del jade más verde que habría podido existir sobre la tierra. De su lengua surgió un pájaro ensueño de reina serpiente roja. De sus pies nacieron geométricas raíces ambarinas acompasando paisajes peregrinos. En el reflejo de las sombras encendió tres velas, se miró fijamente y preguntó a su nahual: «¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Quién deseo ser?». Respiro profundo. Llevo sus manos al pecho. Saco su corazón. Lo abrió. El río de la vida le habló desde la memoria mitocondria de quien su óvulo le brinda para gestarse acompañada de la fuerza del marfil, la plasticidad del oro, la delicadeza del barro, de las canteras y cantos antiguos de quien aún se construye y alimenta. Era mañana, cuando España calentó agua para el café y preparaba tostadas de tomate y oliva, el integral pan le recordó la simplicidad de la vida: ser semilla como el trigo, el maíz o el arroz, ser Europa, ser África, ser América, ser mundo, ser corazón, mente, espíritu que vibra en la sabiduría de todas las formas y voces del universo, con un sueño sol interior que siempre florece y brilla.
 
 
Berenice G. F.
(XIII Antología)
 


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