«… diremos
cómo el mismo espejo mestizo sigue colgado conservando nuestras imágenes de
esta eternidad para continuar cantando sambas y recordando el realismo de
Atahualpa y la lírica canalla de Sabina. De cómo los hijos se han hecho mayores
y nos han mitificado el escenario. Bailemos tú y yo el enésimo tango, saquemos
del estuche la sonanta y brindemos profundamente por la vida» (pág. 62, Ramón
Llanes Domínguez, «Memoria íntima de la vida»).
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