«… Fray Beltrán de
Lerma visita Cuitláhuac. Conversa durante toda la noche con un anciano
tlatoani, bajo la mirada de una imagen de la Virgen con el Niño. Los ojos de
Tlanextic se agrandan, no comprende nada. ¿Por qué no ha sido sacrificado al
nuevo Dios?, ¿por qué conserva su gobierno? ¿Qué ha de hacer ahora? “Tan solo,
si lo deseas —le dice fray Beltrán—, báñate en lealtad a Dios y al rey. Es lo
que nos une. Ambos te protegerán, alma y vida. ¿Y a cambio? Que seas un buen
hombre”» (pág. 40, Rafael Fernández-Pintado Muñoz-Rojas, «Salvaré tu alma
(1491)»).
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