«… En su prisa, no advierten la presencia de las mismas personas con las
que conviven, a las que menosprecian. Dándose incluso a la fuga. Negando el
menor derecho a quienes suelen decir “vereda” en lugar de “camino”, “platicar”
por “hablar”, “entreverar” por “mezclar”. Todas estas paradojas acerca de la
moral, la dignidad, la propiedad, etc., habrían inspirado a Francisco de
Vitoria, su derecho de gentes, a dos simples paradas de autobús. Mejor habladas
que nosotros, más educadas en el trato y las formas, dichas mujeres representan
los rescoldos sin digerir de nuestra colonización en América y el Siglo de Oro»
(pág. 82, Juan Luis B., «Derecho de gentes»).
No hay comentarios:
Publicar un comentario