«… De nuevo la inflación colándose por las esquinas de la vida cotidiana como una sombra que se cierne sobre todos, pero a la que muchos no saben ponerle nombre. Juan de Mariana tampoco lo conocía; sin embargo, lo tuvo claro desde el principio cuando diferenció entre ser rey y ser tirano, que no se puede atropellar y pensar que todo es de uno — pensamientos de una libertad económica que aún siguen vigentes, ideas que hicieron temer al propio Felipe III y que llevó sus libros a la hoguera—. Agitador a favor de los pobres que defendía que, aunque uno pueda, no se pueden obtener ingresos rebajando el contenido metálico de las monedas como sí hicieron con las de vellón entre los siglos xvi y xviii y se pretende hacer ahora... » (pág. 108, Raquel Hernández Contreras, «Pan de cuatrocientos»).
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