«…
Con la neoescolástica todo cambió: Vitoria, Molina, Suárez, Covarrubias, De
Soto, Azpilcueta, Cano fueron viento fresco que alivió la sequedad del desierto
metafísico; era la Escuela de Salamanca. Los salmantinos eran modernos. Piedras
angulares de su pensamiento resultaron ser el nominalismo y el derecho romano.
Enfrentaron con sabiduría la transición al capitalismo, la ciencia moderna, la
conquista americana, la esclavitud. El derecho natural fue reformulado: si
todos compartimos la misma naturaleza, también compartimos el derecho a la
libertad, igualdad y fraternidad…» (pág. 116, Alberto Castrillón Mora, «Omnium scientiarum
prínceps Salmantica docet»).
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