«… La
que dicen Escuela de Salamanca, a la sombra del añorado maestro Francisco de
Vitoria, no somos jauría ni ejército, no nos mueve el instinto ni la
disciplina. Aunque nos ataquen, no tenemos enemigos, sino adversarios.
Aceptamos lo que ya asentaron los sabios antiguos y nuestros santos maestros
Alberto Magno y Tomás de Aquino y aportamos cuanto nos alcanza nuestro
entendimiento…» (pág. 124, José Antonio Gago Martín, «Renuncia»).
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