«A su tumba no llevaron flores, y una lápida mal
esculpida rezaba un nombre que no era el suyo. Hasta eso le arrebataron. Lucía
de Medrano nació siendo Luisa, primera catedrática en la Escuela de Salamanca,
y cenizas por empeño de Carlos I, que la borró de las efemérides solo por ser
mujer…» (pág. 126, Daniel Somolinos, «Ella»).
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