«… Por el forzoso abandono que
debía hacer de sus funciones específicas en Sevilla, su hermano Isidoro tuvo
que reemplazarlo como abad del monasterio que aquel había fundado. Allí se
dedicó el joven monje a la meditación y el estudio, organizando la rica biblioteca
en que nutriría su insaciable deseo de saber. En el año 599 muere san Leandro,
e Isidoro es elevado a la dignidad obispal de Sevilla, heredando también de su
hermano el papel de consejero del monarca visigodo…» (pág. 78, J. A. Gómez
Giménez, «Influencia de san Isidoro»).
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