lunes, 23 de junio de 2025

SEGUNDO PREMIO OROLA 2025: «FERNANDO III: EL FUNDAMENTO DE LA LUZ»

 



FERNANDO III: EL FUNDAMENTO DE LA LUZ
 
Los reyes se suceden como el pulso de la historia: algunos son sombra que se desvanece, otros quedan anclados en la carne de los siglos. Fernando, en cambio, no es solo un nombre en la piedra, sino la argamasa misma que sostuvo un reino que aún no entendía su unidad.
 
Nació en la incertidumbre de los tronos divididos, donde Castilla y León se miraban como hermanos distantes, atados por la sangre pero separados por el orgullo. Su madre, Berenguela, le enseñó que el poder es más que conquista: es permanencia. Y él aprendió pronto que unificar no es imponer, sino entretejer. Su reino no se alzó sobre ruinas, sino sobre la alquimia de lo diverso.
 
Era un hombre de hierro y de fe, pero no de la fe cruel que empuña la espada sin mirar atrás, sino de la que comprende que la eternidad no se gana solo en el campo de batalla, sino en la pluma, en la ley, en la lengua. En su corte, las palabras se fundieron como metales preciosos: el latín de los clérigos, el romance de los suyos, el árabe y el hebreo de los que habían hecho de la península un crisol de sabiduría. Fernando no solo conquistó ciudades, sino que las moldeó, permitiendo que la savia de siglos fluyera en nuevas formas.
 
Sevilla fue su último gran aliento, la ciudad que se rindió ante su paciencia más que su propio ejército. No quemó su historia, la habitó. Entró a la mezquita con respeto, no con furia y cuando el alminar de la Giralda vio alzarse la cruz, no fue el fin de una era, sino el comienzo de otra. No murió como un monarca envuelto en oro, sino como un hombre que comprendía su propia fragilidad. Su legado no fue una corona, sino una visión.
 
 
Cristina Grueso García
 
 
 
 
 
 

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