«… Quizá sea la manera de ajustar cuentas con
la Inquisición. A ver si entienden los del Santo Oficio que a san Jerónimo le
faltaba no poco rigor gramatical. Y que, entre las páginas de la sagrada
Biblia, su ligereza le lleva a confundir, verbigracia, al “flamenco” con el
“calamón” y hasta a una “gacela” con una “muchacha”…» (pág. 98, José Luis
González Jiménez, «Pecados veniales»).
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