«… En ese lejano contexto Antonio de
Nebrija fue un milagro de muchos, uno más de aquellos que se sucedieron a
finales del siglo xv y primeros
del xvi que permitieron forjar un
nuevo mundo mental y cultural, y no me refiero solamente a la expansión del
Imperio hispánico, sino a la asunción de que esta península llena de gente tan
dispar se estaba convirtiendo gracias a grandes esfuerzos individuales y
colectivos en el centro del universo conocido, con el convencimiento pleno de
que la providencia divina gobernaba las grandes decisiones del reino y a las
mentes de los principales próceres que diseñaban cada paso a tomar en lo
político, en lo cultural y artístico, en lo filosófico, en lo religioso, en lo
militar y en diferentes facetas tecnológicas tales como la arquitectura, la
náutica...» (pág. 142, Rafael Jesús Navas Millán, «Los milagros de otro
tiempo»).
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