«… El
espíritu crítico con el que quisiste corregir la Biblia Vulgata pudo pasar de
encender la llama del entendimiento a la de una hoguera que os hubiera
condenado a los dos, en nombre de una Inquisición que era todo menos santa. No
te arredraste y de tu lado estuvo el cardenal Cisneros, la verdad y el
pensamiento libre. Los cuatro, fortalecidos por lazos leales, como leal fue
para el imperio la compañía del castellano, sabíais que este es garante de su
unidad…» (pág. 160, Manuel Gutiérrez Ramón, «Un amor correspondido»).
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