miércoles, 21 de julio de 2010

¡NO, NO ERES VIEJECITO!

Leticia Rivadeneira, de BUENOS AIRES, ARGENTINA

Adoraba ir con su nieto al parque. Allí le contaba cuentos o hablaba de sus propias historias llenas de matices por la impostación en su voz. Contaba cuando de joven jugaba al fútbol con el número diez y le decía que “era tan bueno como Maradona”. Su nieto no lo podía creer: “ ¿como el mejor jugador del mundo?” . O cuando competía con las bolitas en la calle con sus amigos. Ahora ya no eran tiempos en que los niños podían divertirse en la calle, la inseguridad daba paso a casas enrejadas. En el auto conducido por su admirado Nono, el niño no pudo dominar a sus sinceros pensamientos: “Abuelo , eres viejito, tus manos están muy arrugadas”. El lo aprobó con un dejo de amargura. Salvando la situación inteligentemente Javier le tomó la mano y contemplando su palma, expresó: “Ah no, no eres viejecito!, ¿no ves que esta parte está lisita, lisita?

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