jueves, 12 de agosto de 2010

TERREMOTO

Cristina Wilson, de Höhenkirchen, Alemania

De noche e iluminada por la luna llena, siento un ruido bravo,
el auto empieza a moverse solo, no logro dirigirlo.
La calle oscura y solitaria ondula como grandes olas de marejada,
que me llevan de un lado a otro sin sentido.
Postes y árboles se inclinan en reverencia casi hasta el suelo
y vuelven a erguirse acompasados.
Fuerzas me tiran de un lado a otro con furia,
bruscas vibraciones verticales y horizontales me hacen perder el equilibrio…
Chispas brotan de los cables…
Desgarrador crujir…
Un ruido enorme que se hace sordo…

No siento miedo, me vuelco en mi interior.
Me dejo transportar por ese ritmo desacompasado y violento
que nace de las entrañas de mi tierra natal.
Será lo que Dios quiera! Siento mi pequeñez.
El minuto más largo de mi vida o el último minuto tal vez…
Todo se calma…
Parezco sonámbulo…
Sigo viviendo, para otros no fue así…

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