jueves, 9 de septiembre de 2010

EL ESPEJO

Carmen Gómez Blázquez, de Cáceres


Veo que me he hecho viejo. El espejo habla claro sin milongas huecas de amigo complaciente. Me devuelve la imagen de un ser ajeno a mí. El contorno de la cara se inclina hacia abajo derruido por el tiempo.
La boca en una perenne sonrisa invertida muestra un enfado absurdo. En los dientes el esmalte ha tomado un tono amarillento de blanco descolorido. A los ojos acuosos, agotados de tantos reflejos, les rodean surcos en todas direcciones como un capo arado sin concierto.

Observo con atención ese rostro. Hago recuento de los años pasados y basándome en la constante cada vez más rápida que es el tiempo, sé que falta poco para encontrarme de bruces con la muerte.

No puedo asimilar el concepto de No Ser, de No Estar, dos verbos unidos con un mismo significado al final de mi existencia que llegaran cogidos de la mano a la meta prevista:
¿La Nada?

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