Esta mañana, caminando hacia el trabajo, me emergió
el pensamiento de que éste podría ser mi último día en esta vida.
Entonces decidí que lo iba a vivir feliz y relajado,
agradecido por disponer de un día más, y dispuesto a aprovecharlo al máximo.
Fue surgiéndome sonreír a quienes se cruzaban en mi camino
y me ha parecido ver que me mantenían la mirada
con el rostro relajado y que en sus ojos brillaba una alegría serena.
No me ha ocurrido nada especial:
todo ha sido cotidiano y encantador.
Quizá mañana continúe vivo, o quizá no, ¡qué más da!
Me parece no tener nada pendiente, me siento muy ligero.
Si al asomarse el Sol vuelvo a despertarme, seguiré correteando por el Planeta,
sonriendo a las miradas que encuentre
y embriagándome de la Belleza y la Alegría,
que llenan de color este mundo nuestro.
Jesús López Martínez
Psicólogo y Educador Infantil
ESPINARDO (Murcia)
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