de palabras! Es el lenguaje universal del reencuentro
y del perdón; de la protección y amor incondicional.
Uno lo goza en su niñez, pero al crecer, un sinfín de prejuicios nos obliga a abandonar ese contacto fraterno, reservándolo únicamente para momentos de desgracia colectiva.
Un día fui invitada a una conferencia motivacional titulada: “Abrazando la vida”. Al asistir, me sorprendió ver al orador;
un joven nacido sin brazos ni piernas. Su nombre era Nick.
Me quedé contemplándolo, y me sonrió.
Lo abracé y él también me abrazó con los brazos del alma.
Fue el abrazo más tierno y pacífico que recibí desde que abandoné mi niñez.
No sé si hay muchos como Nick o si los adultos debemos perder nuestros miembros para recuperar el abrazo del alma,
pero agradezco a Dios por ese regalo.
Bióloga
PERÚ
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