jueves, 17 de enero de 2013

RAPSODA

Te prohibieron descubrir esa brillante cabeza, cantar o realizar
recitales. Te vejaron llevándote a la prisión. La universidad,
-te remarcaron-, es sólo para hombres. Gritaron: “cuida a tu
marido y sométete. Podemos violarte para demostrar tu deshonor,
lapidarte, tal vez encarcelarte, nos da igual, ya pensaremos
qué hacerte”. Pero ellos no contaron contigo. Sin pedirles
permiso, confiaste en aquel funcionario y él te salvó de la
dictadura del horror. Hoy, en este jardín del Ateneo,
con un escalofrío que estremece nuestra sensibilidad occidental,
oímos tu extenso poema sobre las mujeres afganas y luego nos
dejamos llevar por esa melodía que hechiza y que nace
de tus dedos gracias a ese bello instrumento oriental
que nunca antes habíamos podido ver.
Tu voz es más que un símbolo, no hay silencio.

Mª Celia Pérez Salas
Licenciada en Filología Hispánica
REUS (Tarragona)
Profesora de Literatura en Secundaria

No hay comentarios:

Publicar un comentario