Una tarde de hace mil años nos hicimos una promesa:
la primera en partir, escribiría al llegar al destino.
Después tu memoria se encogió
y se escondió en un rincón oscuro.
Se sacudió antes de ocultarse y se olvidó de que existía.
Tus recuerdos caían al suelo en grandes montones, arrugados.
Yo los iba rescatando y los volvía a prender a tu presencia.
Te llené de alfileres de color azul y pinzas suaves de ternura.
A pesar de los mimos y cuidados,
éstos se secaron y desparecieron.
El tiempo, cruel, te empujó al momento de la separación.
Quedó ese instante forrado de lágrimas, de adioses y congoja.
Por más que te sujeté, escapaste de mis manos, lejos, muy lejos.
Intuyo que donde estás has estrenado memoria
y te acuerdas de mí.
Todas las noches pongo un buzón en cada sueño,
esperando tu misiva.
Sé que cumplirás tu promesa.
María Teresa Echeverría Sánchez
Quiromasajista
MADRID
Antologada en el “PREMIO OROLA”, 2008, 2009, 2010 y 2011
Lo escrito por María Teresa es una de las "vivencias" más emotivas que he leído en
ResponderEliminareste último tiempo. Buen uso del lenguaje,
riqueza de vocabulario, y metáforas.
Mis felicitaciones.
Un abrazo desde Chile