CREPÚSCULO EN L.A.
Un océano, una larga ristra de horas elásticas según el transporte,
nos devuelven al pasado.
En el crepúsculo recuperamos viejas historias, a tres bandas,
como en un juego de billar, con turnos, pero de palabra.
Nada ha de quedar en las celdas del olvido. Es hora de sumar
recuerdos apolillados, sin temor a juicios o reproches.
Solo comprensión y ternura para acolchar el reencuentro.
"Como decíamos ayer" y es como si "veinte años no es nada".
Somos de nuevo niños suspendidos en un tiempo de permisos
y verdad desnuda, de confesiones sin secuela de sermón, ansiosos
de ser oídos o escuchar las historias de años no compartidos
que pugnan por salir, irrefrenables, a una buena pista de aterrizaje.
Los días han pasado sin mengua de intensidad y nos despedimos
sabiendo que el próximo encuentro no tendrá fecha de caducidad.
Asunción Rodríguez Sobrino
Licenciada en Filología Inglesa
Editora y traductora
MADRID
(VII Antología pág. 71)
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