SUSTANCIA
Cuando miré el mar por primera vez sentí miedo, un miedo
semejante al que experimenté cuando llegué a la ciudad
y me enfrenté al asfalto y a mis cíclopes. Recorrí calles
oscuras
con los dientes apretados y el corazón agitado. Te
encontré.
Nos besamos, nos atrevimos, nos necesitamos. Me hiciste
el amor con amor. Disfrutamos el tiempo. Desafiamos
al mundo, a nuestros mundos. Llegó el polvo y lo
limpiamos,
como pudiste y pude. En junio, simplemente te fuiste.
Tomaste
otra mano, acariciaste otro cuerpo. Mentiste. Lloré.
Volví a llorar,
a llorar, a llorar. Intenté irme. No pude. Me quedé.
Después de tanta asfixia, me mudé. Me extendí hacia el
mar
y dejé que su brillo me tejiera. Perdí miedos. Comprendí
entonces que las salidas son entradas, que la arena y el
tiempo
son la misma cosa. Mientras el mar me regresaba a casa.
Berenice
Guadarrama Flores
Maestría en Biología Experimental
MÉXICO
(VII
Antología pág. 95)
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