LA ÚLTIMA CURVA A
LA DERECHA
Una pala hiere la tierra y arranca los matorrales.
La clavan una, dos y mil veces.
Tierra húmeda que me envuelve por completo con aroma
a tomillo y romero. Tierra de mis orígenes y de mi
olvido.
Tierra de silencios y negrura.
Entre piedras y matojos asoman mis esparteñas.
Silencio.
Unas manos apartan la tierra a puñados y acarician mis
huesos
que se van impregnando de una suave brisa y del calor
otoñal.
Silencio.
Rostros sonrientes, unos con la emoción contenida y otros
dejando correr regueros de lluvia por sus mejillas,
asoman
a mi fosa.
Han venido a buscarme, esta vez no para matarme
sino para liberarme.
Vivo en el recuerdo, no soy el olvidado.
Adiós, muerte.
Ana
Mª Andreu Celma
ALCAÑIZ
(TERUEL)
(VII
Antología pág. 125)
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