RECIÉN NACIDO EN
LA ADUANA
Tiene derecho a permanecer acongojado
de aquí a setenta y cinco años,
a desfilar sus verbos entre calaveras,
a malgastar latido y ser crucificado.
Tiene derecho a encallecer su vida,
a una licenciatura en soledad y miedo,
a ser incomprendido y envidiado.
Tiene derecho adornar su frente con espinas,
a redimirse del pecado en el último segundo,
a ser odiado y perseguido.
Tiene derecho a no ser correspondido,
a ser Caín por una hora,
a llevar corbata, pantalones y gemelos,
a odiar a mil desconocidos.
Tiene derecho a ser el réprobo de su sombra
a envejecer en un asilo dignamente,
y a una lápida que diga: “Fui hombre,
dos ojos y una boca, apenas un corazón y mucho llanto”.
-No siga, y dígame qué dice aquello en letra muy pequeña.
-Tiene derecho a un minuto para amar al día,
y a ser testigo de un abrazo.
-Usted dirá señor.
-Me quedo.
Rames
Jandali Feu
Poeta
y observador
(VII
Antología pág. 127)
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