LA VISITA
Hoy vine a verte.
Me dijeron que te vas y quería despedirme.
Recuerdo que cuando lo supe salí del coche y me puse a
llorar
en la calle, agarrada a un árbol.
El barrio está en fiestas y la música
entra indiferente por la ventana.
El año pasado por San Antonio tú comías los dulces
que te gustan tanto.
Hoy, tus manos sabias de maestra se aferran a tu cárcel
gris.
Ya quedó atrás el tiempo en que tus brazos fueron
nuestro primer columpio.
“María del alma mía”, me llamabas siempre y yo,
que volví a escribir para
hablar de ti, no te he dicho aún lo que significas tú.
La música se cuela indolente por la ventana,
mientras tú te mueres en silencio.
Y se va contigo mi parte tuya, o se queda conmigo tu
parte mía.
Pero las camas son cárceles, ya dejo que te vayas.
Aunque sea pronto y yo, me quede sin contarte.
Aunque sea pronto y yo, abuela, me quede sin ti.
María
Díaz de la Cruz
Trabaja
en consultoría y asesoramiento a empresas
(VII
Antología pág. 153)
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