LA ABUELA
Cuando éramos niñas nuestra abuela aparecía todos los
años
en Barcelona, para pasar una temporada con la familia.
Vestida
de negro de la cabeza a los pies, nuestra mirada infantil
la transformaba en un personaje de cuento. Sus ojos,
verdes
y felinos, destellaban en su rostro curtido y moreno, y
tenía
un sentido del humor tan negro como su indumentaria…
¡Y es que la abuela acarreaba su mortaja por toda la
Península!,
“por si algún día estiro la pata fuera de mi pueblo”
decía. Cuando
llegaba, su vitalidad nos desbordaba, pero pasaban los
meses
y la abuela se apagaba poco a poco. Al verla triste, mi
hermana
y yo revoloteábamos a su alrededor, pero la abuela ya no
tenía
ganas de reír, a veces no tenía ganas ni de levantarse de
la cama,
y se convertía, ante nuestros incrédulos ojos, en una
anciana
de más de cien años.
Nuria
Burguillos Medina
Licenciada
en Geografía e Historia
Responsable
de Archivo y Gestión Documental en el Ayuntamiento de Barcelona
HOSPITALET
DE LLOBREGAT (Barcelona)
(VII
Antología pág. 155)
Gracias por publicar mi Vivencia, LA ABUELA. Precisamente, el día 6 de marzo hará 84 años que parió a mi madre ... Se lo dedico a las dos. Núria Burguillos
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