SEÑOR CIRUJANO
Moreno en extremo, la piel como una pasa, y vestido con
buena
ropa. Altivo y displicente pasea su bata blanca por todo
el hospital, con una sonrisa forzada y aparentes modales
de alta
educación.
Sobre la mesa del quirófano, ya dormido, le espera un
joven,
apenas un chiquillo. Sin una palabra de más, y un “buenos
días”
de menos, revisó solo el informe que explicaba el
diagnóstico,
y el pronóstico del padecimiento. Rajó, abrió, separó,
extirpó
y suturó, con gran seguridad. Regañó, chilló y discutió,
con gran autoridad. Con la misma sonrisa que entró, salió
por la puerta, aun cuando el paciente falleció en la
mesa.
Nadie dijo nada, nadie se atrevió, pero ¿era casualidad
o una jugarreta del destino? El joven recién operado
tenía
el nombre de su hijo.
Jordan
Ramos
(VII
Antología pág. 139)
No hay comentarios:
Publicar un comentario