PESTAÑEO
Dos horas y once minutos después de medianoche
cuando decido que es la hora de no saber
la hora, enmarco mi rostro en un entorno mejor
y mi careta esboza la sonrisa eterna que vive pintada
en un cuadro que aunque no habla de mí, me señala.
De noche soy víctima de la sonrisa, colorea mis sueños
mas no la veo en mis días, no me veo en ellos.
Seis horas después de medianoche son todavía
insuficientes
para hallar consuelo en las sombras, las sombras mienten.
Si he de partir de la dulce madriguera que huele a campo
mojado
dime, ¿por qué voy a lograr lo que tantas veces he
intentado?
Diez horas y trece minutos después de medianoche
ojos abiertos que cierran heridas, llanto expirado y
¿despertar?
No veo el reflejo del tiempo cuando observo su espejo
lo que veo es el instante de otro momento, uno viejo,
veo eso que sabía que no quería mirar… Pestañeo
una y otra vez. Y mi reloj deja de marcar mis segundos.
Y ahora que es de día, por fin lo entiendo:
aunque estaba en el mundo…
Dormía.
Andrea
Copado Vidal
Licenciada
en Comunicación Audiovisual
VALENCIA
(VII
Antología pág. 195)
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